Dos amantes al borde del abismo aferran sus manos a una zarza ardiente. Visten las palabras para encubrir su orgullo. Las desnudan más tarde para que se extravíen en medio de histogramas. A la pasión le ofrecen el calibre de la lógica como dos tragasables habituados a caminar en el límite ante el reducido público que les observa. Y, finalmente, el abismo les sorprende.
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