Eres una figura velada sobre esta pequeña ciudad, suscitas la pudicia floral de los sentidos a los anónimos paseantes de tus rondas. El tiempo procede del aire que respiras, das cuerpo a la noche, aroma a los jardines, curso al río, enjambres de mimosas a sus márgenes, límites a los senderos por donde transita tu abundancia. Cultivas el amor en ceñidos invernáculos, cubierto por una volátil sementera.
Así es tu vida: pasiones duplicadas, gravidez de la opulencia sometida al ciclo irrenunciable de la lógica. Cultivas el amor temiendo el sobresalto de la vida. Tu morada omite cualquier signo que delate su presencia en esta pequeña ciudad, por eso atajas los sonidos de los cuerpos cruzando taciturnos las aceras. Así es tu vida, piensas.
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