En esta pequeña ciudad envejecéis en verano para empezar otro invierno con la promesa firme de vivir en pleno orden, disponer cada tarde de unos brazos calientes, cada noche de una sábana tibia. Y eso os basta.
Gotea, gota a gota, un mundo de paz entre vosotros. Y lo llamáis vivir porque escondéis la vida, sin lugar a la locura para un momento de crisis. Así habéis construido vuestra ciudad y así os basta. Llamáis vivir a este refugio contra la aventura, a esta ausencia de coraje para salir a la calle cada mañana con un nombre diferente. No son los años quienes humillan estos cuerpos sin astucia, es vuestro nihilismo.
Volvéis al hogar. Duerme vuestra mujer desde hace horas. Se hace tarde...
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