
Imagino cuánto amas lo diáfano en tus manos, imagino cuánto gozas con los paisajes y avenidas que la historia justifica. La hojarasca en otoño, los regalos de luz que ofrece la luciérnaga. Las sendas de buganvillas cuando cruza la suave lluvia y se extravían las normas, cuando se anegan calendarios y cierran invernáculos para que nada permanezca en la carencia. Tú que detestas el olvido, la estabilidad y la certeza, percibe tu ternura, mi fruto prohibido.
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