domingo, 18 de mayo de 2008

Gárgola de plata

Medir la extensión del amor cuando tan grave se intuye que nada colma su exigencia. Medir el dolor que me redime: ¿qué médula soporta tanta presión? ¿qué palabra concierne a la emoción insaciable, a la amalgama increíble?
Asumir lo desmedido del amor, la incapacidad de saciar tanto deseo, la expresión de su verbo, es sufrir. El dolor se reconoce sin límites en el beso transmitido, en la lengua que oprime al paladar sin tibieza, en el pelo que cruza mi mano con desorden, en la seda de tus muslos que mi tacto recorre con exceso, en los senos diminutos que me ofrecen su turgencia.
El dolor se reconoce tan propio del amor que el llanto de se desata. Vivísimo desgarro.

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