Nunca fui sino un niño que jugaba.
Fui pagano como el sol y el agua,
de una religión universal que sólo los hombres no tienen.
Fui feliz porque no pedí cosa alguna,
ni procuré hallar nada,
ni creí que hubiese más explicación
que la de que la palabra explicación carece de sentido alguno.
No desée sino estar al sol o la lluvia,
al sol cuando había sol
y a la lluvia cuando estaba lloviendo
(y nunca lo otro),
sentir calor y frío y viento,
y no ir más lejos.
Una vez amé, creí que me amarían,
pero no fui amado.
No fui amado por la única gran razón,
porque no tenía que serlo.
Me consolé volviendo al sol y la lluvia,
y sentándome otra vez a la puerta de casa.
Los campos, al fin,
no son tan verdes para los que son amados
como para los que no lo son.
Sentir es estar distraído.
Fernando Pessoa
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