Vinisteis y os vais. Ascendéis y descendéis, viajeros en una noria gigante, desde los cirros hasta el llano. Os vi llegar este año, en invierno y primavera, despiertos ante la sorpresa de una nueva edición que debería haberse dispuesto para la magia y las emociones. Compartí con vosotros pasiones y rutinas en despachos, noches y madrugadas en las piedras o en el bar.
Recuerdo que os amo cuando ya no estais. La fiesta ha concluido.
Marchais a vuestros cuarteles de invierno. Aquí me quedo otra vez, cerca de la mala tierra, confundido por las tristes leyes. A diez pasos del maligno; a veinte de quien supuse cercano en la batalla y hoy intuyo contra mí; a treinta de vuestro gabinete, tantas veces compartido, ahora silencioso; a cuarenta de la puerta de la calle, que esta mañana abordo sin vosotros, rumbo al café de las diez en un bar con cucarachas.
Vinisteis y ya os habéis ido. Quizás la siguiente primavera alguno regrese a este semisótano, pero acaso entonces yo no esté. Os vais -¿nos vamos?- por última vez.
2 comentarios:
A veces el vigilante se convierte en vigilado, vigilante de sí mismo, vigilado por sí mismo. Pero el vigilante también tiene que reflexionar y analizarse, porque no siempre los vigilados habitan en la mala tierra.
El anonimato te hace inexpugnable. La mejor manera de no sentirte vigilado. Tú mismo/a. That's all right.
Publicar un comentario